Los esquejes son fragmentos o partes de una planta (como ramas, tallos, hojas o raíces), que se utilizan para propagarla vegetativamente, es decir, para crear nuevas plantas a partir de una planta madre sin necesidad de semillas.
Este método es ampliamente utilizado en agricultura, jardinería y horticultura, ya que permite mantener las características genéticas de la planta original. Para hacerlo, se corta un trozo de tallo con uno o varios nudos (puntos donde nacen las hojas o ramas). Este tipo es el más común y se utiliza en plantas como rosas, geranios y muchas especies de árboles.
En los esquejes de hoja, se usa una parte de ella para reproducir la planta, por ejemplo: plantas como begonias o violetas africanas pueden propagarse a partir de sus hojas.
Para los esquejes de raíz, se utiliza un trozo de raíz para generar una nueva planta, por ejemplo: frambuesas y moras suelen propagarse de esta manera.
Los procesos para hacer un esqueje inician con la selección de una rama sana y vigorosa de la planta madre. Se debe cortar un fragmento que mida entre 10 y 20 cm de longitud, con al menos uno o dos nudos.
A continuación, se deben retirar las hojas inferiores del esqueje, dejando solo las superiores para reducir la pérdida de agua. En algunos casos, se recomienda sumergir la base del esqueje en una hormona enraizante para estimular el crecimiento de raíces.
El esqueje se debe colocar en un sustrato húmedo y bien drenado, como tierra con arena, el cual se debe mantener con humedad constantemente, pero sin encharcar. Luego se ubica al esqueje en un lugar con luz indirecta y temperatura cálida.
Para crear un ambiente húmedo, se debe cubrir con plástico transparente o colocar el esqueje en un mini-invernadero.
Dependiendo de la planta, las raíces pueden comenzar a formarse en unas semanas, una vez que las raíces estén bien desarrolladas, se puede trasplantar. Este método es muy popular para plantas ornamentales, frutales y algunas hortalizas, como el camote o los tomates en cultivos comerciales.
