Cuando un visitante pasea por primera vez entre el conjunto arquitectónico del Centro Cívico, suele maravillarse ante las magníficas edificaciones del brutalismo local, adornadas con bellos relieves escultóricos. Pero al voltear en dirección al oeste, el recién llegado experimenta un auténtico asombro: en la cumbre de una colina se alza un edificio inimaginable, fruto de una fantasía de ciencia ficción. Una mezcla de planos y líneas rectas, pintado en azul y celeste, que parece fusionarse con el cielo surcado de nubes. Es como si el viento se hubiera congelado y solidificado por un instante. Así se presenta la gloriosa vista del Centro Cultural “Miguel Ángel Asturias” (CCMAA), conocido por los capitalinos simplemente como el Gran Teatro Nacional.
La concepción de este edificio fantástico busca integrarse con el paisaje de suaves colinas y montañas que rodean la Ciudad de Guatemala, e incluso con su cielo azul, constantemente atravesado por nubes, algo que logra de manera impecable. Detrás del diseño y construcción de esta obra maestra está uno de los guatemaltecos más universales: Efraín Recinos. Artista, genio, visionario y más.
Nacido en Quetzaltenango el 15 de mayo de 1928, este auténtico artista multidisciplinario destacó en todo lo que emprendió, no sólo en las artes, el diseño y el urbanismo, sino también en el deporte. En su juventud, Recinos fue atleta, practicó atletismo, triatlón y baloncesto, participó en Juegos Panamericanos e impuso récords nacionales.
Un camino diferente desde la infancia
Recinos fue adelantado a su tiempo sin proponérselo. No asistió a la escuela en sus primeros años porque sus padres querían evitar que recibiera malas influencias fuera de casa. Fueron ellos quienes le enseñaron a leer y escribir, además de fomentar su amor por el dibujo y la pintura, especialmente su padre. Así, el pequeño Efraín se convirtió en un pionero del homeschooling, antes de que siquiera existiera como tendencia.
A los once años ingresó al sistema educativo formal, y posteriormente a la Escuela Nacional de Artes Plásticas, donde fue el alumno más joven de su promoción. Allí perfeccionó académicamente el talento que había empezado a desarrollar desde la infancia.
Aunque su pasión era el diseño de edificios, en Guatemala aún no existía una facultad de arquitectura, por lo que optó por estudiar ingeniería y comenzó a trabajar en el gobierno, en la Dirección General de Obras Públicas. Cursó estudios superiores en Inglaterra, se casó con Elsa Marroquín y tuvo una hija, Lorena Recinos.
Con el tiempo, sus habilidades y estudios se encaminaron hacia una misma dirección. Mientras creaba memorables obras artísticas como la impactante escultura Música grande, un alegato contra la guerra, desarrollaba también su inconfundible estilo pictórico. Su obra, caracterizada por personajes de ojos enormes, con raíces en el expresionismo abstracto y referencias a la geografía quebrantada de su país, tuvo como máximo exponente la famosa Guatemalita. Paralelamente, su huella comenzaba a marcar el trazado urbano de la Ciudad de Guatemala.
El año 1971 representó un momento crucial en su legado, cuando Recinos recibió la oportunidad de plasmar su nombre en la silueta de la ciudad. Se le asignó el desarrollo del Gran Teatro Nacional en la colina donde se alzaba el antiguo fuerte de San José, un proyecto detenido por los avatares políticos y la muerte del arquitecto original en un accidente.
La huella imborrable de Recinos en la ciudad
Recinos logró superar los obstáculos impuestos por la dictadura militar de la época, impulsando un proyecto vanguardista, moderno y creativo que no era bien visto por las autoridades. Sin embargo, su visión se materializó y el Centro Cultural de Guatemala, como se llamó en sus inicios, fue inaugurado en 1978. Casi una década después, el complejo artístico recibió el nombre de Centro Cultural Miguel Ángel Asturias, en honor al único premio Nobel de literatura del país. Más adelante, su magnífica sala principal fue bautizada en honor a su creador, pasando a llamarse Gran Sala Efraín Recinos.
Cada elemento del Centro Cultural, desde sus ventanas hasta las luces del recibidor que simulan un cielo estrellado, refleja el talento de su autor. La huella de Recinos también quedó impresa en otros edificios del Centro Cívico, como el mural oeste del edificio del Crédito Hipotecario Nacional. Otros edificios públicos y privados embellecidos por su genio incluyen la Biblioteca Nacional de Guatemala, el Hotel Intercontinental y el Aeropuerto Internacional La Aurora. En este último caso, cuando el aeropuerto fue ampliado, la opinión pública generó un gran revuelo ante la posibilidad de que los murales de Recinos fueran removidos. Finalmente, fueron desmontados con todo cuidado y reinstalados en el nuevo espacio.
En el ámbito artístico, son incontables las colecciones privadas y los museos que resguardan su valiosa obra pictórica y escultórica. Recinos es uno de los más grandes referentes de Latinoamérica, y acaso del mundo entero.
En un nuevo aniversario de su natalicio, el Ministerio de Cultura y Deportes rinde homenaje a la memoria de Efraín Recinos, un creador inigualable y pilar indiscutible del arte y la cultura de Guatemala.