Con entusiasmo y una atmósfera de complicidad entre músicos y público, se celebró la cuarta edición de los Sábados Clásicos, una serie de conciertos que se ha consolidado dentro del Festival Nacional de Música de Cámara. El elegante Salón Banderas volvió a vestirse de gala para recibir a melómanos, estudiantes de música y familias enteras, quienes, en un ambiente cálido e íntimo, se entregaron a la magia del repertorio clásico.
En esta ocasión, el Cuarteto Primavera contó con la participación especial de Astrid Marroquín, destacada violista, y Elisa Aquino, talentosa violonchelista, quienes sumaron su virtuosismo para dar vida a una velada inolvidable. La selección de obras interpretadas transportó al público a través de distintas épocas y emociones, iniciando con el conmovedor primer movimiento del Quinteto para cuerdas en Do mayor, Opus 163 del compositor austriaco Franz Schubert.
La noche continuó con un giro profundo y expresivo con la Trauermusik (Música Fúnebre) del alemán Paul Hindemith, escrita en 1936, una obra cargada de emotividad que resonó intensamente entre los presentes. Para cerrar con broche de oro, el público fue deleitado con el Sexteto para cuerdas en La mayor, Opus 48 del célebre compositor checo Antonín Dvořák, una pieza luminosa y rítmica que provocó prolongados aplausos.
Los asientos del salón estuvieron prácticamente ocupados en su totalidad, y el concierto se vivió en un ambiente donde reinaban la atención y la alegría compartida. Al final del recital, los músicos fueron ovacionados de pie, y muchos asistentes expresaron su emoción por disfrutar de este tipo de eventos gratuitos, que acercan el arte a la comunidad.
Sábados Clásicos no solo representa un escaparate para el talento nacional, sino también un espacio de encuentro entre generaciones, donde la música de cámara cobra vida y significado. Felicidades a quienes hacen posible esta iniciativa. Gracias a su entrega, el arte no se detiene.