El teatro nació de un acto de pura imaginación, cuando el ser humano descubrió que podía interpretar roles y recrear historias. Desde sus orígenes rituales, esta forma de arte ha sido tan poderosa que, en la antigua Grecia, la palabra “persona” surgió del término “per-sona”, que se usaba para las máscaras que hacían resonar la voz de los actores. ¡Esa es la fuerza del teatro!
Aunque una buena obra solo necesita de sus actores, el arte dramático es un vasto universo que incluye un sinfín de elementos: luces, vestuario, música, y por supuesto, el texto original creado por los dramaturgos. El teatro nos ofrece desde profundas obras políticas y filosóficas hasta comedias que nos hacen olvidar los problemas. Todo cabe en el mágico saco de las artes escénicas.
La rica tradición teatral de Guatemala
En Guatemala, el teatro tiene raíces que se pierden en el tiempo. Ejemplos de esta rica tradición son el Rabinal Achí, una danza-drama de más de 500 años declarada patrimonio inmaterial de la humanidad, y los grandes dramaturgos que nos han dado joyas como las obras de Carlos Solórzano, Hugo Carrillo y Manuel Galich, y el propio Miguel Ángel Asturias.
También contamos con destacadas instituciones como la Universidad Popular (UP) y la Escuela Nacional de Arte Dramático (ENAD).
La ENAD, una de las instituciones académicas del Ministerio de Cultura y Deportes (MCD), es un pilar fundamental en la formación de nuevos talentos. A través de iniciativas como la Muestra Departamental de Teatro Norma Padilla, el MCD reafirma su compromiso con el desarrollo del arte en el país.
Nuevos proyectos que mantienen viva la magia
Recientemente, el MCD realizó audiciones para dar vida a dos obras icónicas del teatro nacional: “El tren amarillo” de Manuel Galich y “Tierra de leyendas” de Ricardo Martínez. Con estos proyectos, el Ministerio asegura que la llama del teatro siga viva, para así conectar nuestro pasado con el futuro.
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