Este concepto vanguardista surgió de una idea original de Rebecca Bertram, agregada cultural de la Embajada de Alemania en Guatemala, quien la planteó a Sabine Eismann, jefa adjunta de la misión diplomática, y con su apoyo empezaron a buscar contactos hasta llegar a la OSN, que accedió con entusiasmo a participar en el proyecto.
Una fusión de paz y armonía
“Presenciamos cómo dos géneros aparentemente opuestos se unen para lograr algo aún más profundo”, dijo Eismann, quien añadió que “el tecno, parte integral de la música de Alemania, es un género que expresa diversidad, y un mensaje de inclusión, amor y paz, con lo que hoy celebramos la franqueza, el intercambio y el amor entre nuestros dos países”.
DJ Mascha, que abrió y cerró el concierto con sus tornamesas, en lo que en el mundo del tecno se conoce como “intro” y “outro”, expresó su emoción, incluso su nerviosismo, pero también su alegría por ser la primera vez en su vida que colabora con una orquesta sinfónica.
Luego de la apertura totalmente electrónica, la orquesta, dirigida por el maestro Sergio Pacaché, se incorporó a los sonidos de manera magistral, con explosiones de viento metal y dulces y vibrantes estacatos de las cuerdas, generando un efecto que solo puede definirse como épico. En algunos momentos, parecía que una cascada de cantos de aves bailara alrededor de los intensos beats de la DJ berlinesa, creando así una sucesión de texturas sonoras verdaderamente memorables.
Música memorable, luces alucinantes
La velada incluyó temas como “Daze”, “Phantas Mórbida”, “Night of Jaguar” y “The zone”, todos originales de Mascha, entre los que estaba la canción “Disfruto”, en la que la DJ demostró sus habilidades vocales, cantando con sentimiento acompañada por la orquesta.
Otro de los aciertos de la noche fueron los juegos de luces que se proyectaron sobre las paredes del auditorio, con imágenes de estrellas, galaxias, luces neón en movimiento, un simpático hombrecito verde en movimiento, a semejanza del Ampelmännchen que puede verse en los semáforos de Berlín, y hasta una ballena que se trasladaba lentamente de un extremo al otro del auditorio.
Todo ello contó con el apoyo de la escuela de DJs Beats Per Minute (BPM) que funciona desde hace algunos años en el país para impulsar este género musical. La noche combinó el oscuro encanto del underground urbano con la majestuosidad de la gran música orquestal, en un evento que, definitivamente, pasará a la historia cultural del país.
