Para Bryan Solares, la vida no se detuvo cuando una “bala perdida” (de un disparo al aire injustificado) le arrebató la vista a corta edad. Se transformó. Ese mismo hombre que hoy analiza finanzas en un banco y mezcla ritmos como DJ, se convirtió este 28 y 29 de noviembre en el hombre más rápido del Festival Paradeportivo Centroamericano Guatemala 2025.
Junto con su guía, Alexander Jiménez, conquistó la medalla de oro en los 100 metros planos y el bronce en los 400 metros. El evento no fue menor: Guatemala recibió a cerca de 490 atletas provenientes de Costa Rica, El Salvador, Nicaragua y Panamá, consolidándose como el epicentro del paradeporte en el Istmo.
La confianza como motor
Correr a máxima velocidad sin ver requiere algo más que técnica; requiere una fe absoluta en el otro. Bryan y Alexander han construido una dupla basada en la disciplina y la confianza mutua. Sus días comienzan a las 4:00 de la mañana en la pista roja del Parque Erick Barrondo, donde bajo la dirección del entrenador Raúl Pérez, desafían el cansancio antes de que Bryan inicie su jornada laboral.
“Esta medalla nos ha costado tiempo, esfuerzo y madrugar… salir de la pista corriendo para ir a trabajar”, relató Bryan Solares. Su vida es un recordatorio de que la discapacidad no es un límite, sino una circunstancia que se vence con voluntad. Detrás de sus medallas están el sudor en la pista, el apoyo de su familia y la visión de un Ministerio de Cultura y Deportes que ha tomado la batuta para visibilizar este talento.
El triunfo de la inclusión
El festival fue más que una competencia; fue una cátedra de paratletismo. Esta disciplina adapta las pruebas de velocidad, fondo y saltos para garantizar justicia deportiva a atletas con discapacidades físicas, visuales o intelectuales.
Alexander Jiménez, el guía que presta sus ojos para el triunfo, lo resumió con sencillez: “Es emocionante ver el fruto del trabajo realizado. Tener una medalla más para Guatemala es muy especial”. Con el apoyo de su gente y la presencia de sus rivales centroamericanos, Bryan y Alexander demostraron que, en el deporte y en la vida, nadie corre solo.
