Este instrumento legal reconoce el derecho de los Ajq’ijab’, guías espirituales de los pueblos originarios, a realizar ceremonias que mantienen viva la memoria ancestral y fortalecen la identidad cultural del país.
Para garantizar que estos espacios sean lugares de respeto, reflexión y conexión con lo sagrado, el acuerdo establece normas específicas que deben cumplirse durante las ceremonias.
Estas disposiciones buscan que las prácticas espirituales se realicen de manera segura con el entorno y en respeto a la cosmovisión maya.
Las ceremonias deben realizarse únicamente en los altares ubicados dentro de los sitios arqueológicos.
Esto permite una mejor conservación del patrimonio y un uso ordenado de los espacios. Asimismo, se prohíbe el uso de bocinas y pirotecnia, ya que pueden alterar la tranquilidad del entorno y afectar los elementos naturales que forman parte del espacio ritual.
El acuerdo también establece que no se permite el ingreso bajo efectos de alcohol o drogas, ya que las ceremonias son actos de respeto y conexión espiritual. Cada participante debe actuar con compromiso hacia lo que el lugar representa.
Cumplir estas normas es una forma de honrar la memoria de los ancestros, proteger los lugares sagrados y fortalecer la espiritualidad maya como parte esencial de la identidad guatemalteca.
El respeto hacia estos espacios asegura que las futuras generaciones también puedan conocerlos, vivirlos y ser parte de una cultura ancestral.