El Plan Piloto de Fomento del Cultivo de Tilapia, es una iniciativa que promueve la producción y consumo de proteína de alto valor biológico, que ayuda a reducir la inseguridad alimentaria y nutricional en comunidades rurales. Además, al ponerse en marcha, significa el fortalecimiento de la autosuficiencia alimentaria y nuevas oportunidades económicas para las familias rurales.
En Guatemala, el consumo per cápita de pescado es uno de los más bajos de Centroamérica. Está estimado en 2.9 kilogramos por persona al año, muy por debajo de las recomendaciones de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).

En el caso específico de la tilapia de cultivo, el consumo apenas alcanza 0.95 kilogramos por persona al año, según datos de “El estado mundial de la pesca y la acuicultura 2020”, publicación de la FAO.
Frente a este panorama, el Ministerio de Agricultura, Ganadería y Alimentación (MAGA), por medio del Viceministerio de Seguridad Alimentaria y Nutricional (VISAN), impulsa este proyecto como una alternativa viable y sostenible para mejorar la dieta de las familias rurales.
La tilapia es una especie resistente, de rápido crecimiento y fácil adaptación a las condiciones locales, lo que la convierte en una opción ideal para el cultivo a pequeña escala en estanques artesanales.

El proyecto tendrá una duración de 21 meses, durante los cuales se desarrollarán al menos tres ciclos productivos completos, con acompañamiento técnico, nutricional y de capacitación continua. Las familias participantes aprenderán acerca de la construcción y manejo de estanques, alimentación balanceada de los peces y aprovechamiento sostenible de los recursos locales.
_Tilapia: una alternativa para nutrir y emprender
_Cada familia contará con un pequeño estanque de 50 metros cuadrados, en donde podrán criar hasta 500 peces por ciclo, alcanzando una producción estimada de 1500 tilapias en la duración del proyecto. Los peces alcanzarán un peso promedio de 150 a 225 gramos por unidad, lo que permitirá tanto el consumo familiar como la venta de excedentes.
Además de impulsar una mejor alimentación, el proyecto promueve el uso de recursos locales como hojas de moringa, chaya o camote para complementar la alimentación de los peces, y fomenta el aprendizaje práctico mediante la asistencia técnica constante.

