Un fruto que no es tan popular, pero que también se utiliza en la gastronomía nacional, es el tomate de árbol, también conocido como tomatillo. Este fruto, cuyo nombre científico es Solanum betaceum, es cultivado en Guatemala en las regiones de clima templado y en altitudes entre 1,500 y 2,800 metros sobre el nivel del mar.
Los departamentos de Chimaltenango, Sacatepéquez, y Sololá, en donde las condiciones climáticas favorecen su desarrollo, es en dónde se encuentra algunos cultivos. Algunos agricultores lo prefieren por su rápida producción, ya que empieza a dar frutos a partir del segundo año y tiene una vida productiva de hasta ocho años.
Es un fruto muy valorado por su alto contenido nutricional, especialmente en vitaminas A y C. El cultivo requiere suelos bien drenados, ricos en materia orgánica y un adecuado control de plagas como el minador de hojas y enfermedades como la antracnosis. Las prácticas agrícolas incluyen podas periódicas para estimular el crecimiento y mejorar la producción, así como riego constante durante la época seca.
La demanda del tomate de árbol ha crecido en el mercado local e internacional, tanto para consumo fresco como para la elaboración de jugos, salsas y conservas, lo que lo convierte en un cultivo rentable para pequeños y medianos productores en Guatemala.
