Este 10 de noviembre se conmemoran 82 años desde su inauguración, tiempo que convirtió al Palacio Nacional de la Cultura en un referente arquitectónico por su estilo ecléctico y su fusión de influencias, lo que le otorga características únicas.
Arquitectura: La fusión de influencias
Conocido popularmente como “Guacamolón” por su color verde, el edificio combina elementos de la arquitectura colonial con influencia francesa y neoclásica conocida como barroco o renacimiento español, sin dejar a un lado el estilo mudéjar para lograr un estilo más guatemalteco.
Esta obra arquitectónica fue construida con el primer sistema antisísmico de la Ciudad de Guatemala. Su diseño simétrico presenta un cuerpo central del que se desprenden dos laterales con tres niveles, un patio central y dos piletas rectangulares decoradas con azulejos estilo mudéjar y surtidores de agua.
En su interior destacan murales que relatan la historia de Guatemala, desde la época prehispánica hasta la independencia. Por su valor arquitectónico, histórico y artístico, el Palacio Nacional fue declarado Monumento Histórico y Artístico el 7 de noviembre de 1980, a través del Acuerdo Ministerial 880-80 del Ministerio de Educación.
Un poco de historia
Durante el gobierno de Lázaro Chacón, en 1927, se abrió un certamen de dibujo para seleccionar la propuesta del Palacio Nacional. El concurso fue ganado por el maestro Agustín Iriarte; sin embargo, el proyecto no llegó a concretarse.
En 1932, el general Jorge Ubico retomó la idea y ordenó la publicación de las bases para el diseño y construcción del nuevo palacio. Fue hasta el 4 de julio de 1937 cuando se colocó la primera piedra, dando inicio a una de las obras más emblemáticas del país.
La construcción se realizó entre enero de 1939 y noviembre de 1943. Fue inaugurado oficialmente el 10 de noviembre de ese mismo año, fecha que marcó el nacimiento de uno de los símbolos arquitectónicos más representativos de Guatemala.
