Cada 31 de julio, Guatemala se une a la conmemoración del Día Internacional del Aguacate, una fecha que trasciende lo culinario para poner en valor un fruto que brota de la tierra con sabor, historia y futuro. Llamado el “oro verde” por su relevancia nutricional y económica, el aguacate guatemalteco representa hoy mucho más que un ingrediente: es parte de la identidad agrícola nacional y una pieza clave en el desarrollo rural.
Originario de Mesoamérica, el aguacate (Persea americana) encuentra en Guatemala uno de sus centros de origen y diversificación. Desde las variedades criollas hasta las reconocidas Hass y Booth 8, el país ofrece una producción que se extiende durante gran parte del año, lo que favorece tanto el consumo interno como su colocación en mercados internacionales.
En 2024, la exportación de aguacate guatemalteco generó ingresos por más de Q120 millones, con más de 12 mil kilogramos del fruto enviados al extranjero. Esta cadena productiva da empleo a más de seis mil personas cada año, fortaleciendo la economía familiar y dinamizando comunidades en distintas regiones del país.
La fruta nacional ha llegado a destinos como Países Bajos, España, Francia, Canadá y Centroamérica, y recientemente se abrieron nuevas oportunidades gracias a la aprobación del Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA/APHIS), que autorizó la admisibilidad del aguacate Hass guatemalteco a ese mercado. También se avanza en proceso similar con Argentina.
Actualmente, el país cuenta con alrededor de seis mil hectáreas dedicadas al cultivo de Hass y otras variedades, con la expectativa de ampliar esta superficie a quince mil hectáreas en los próximos diez años, según proyecciones del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Alimentación (MAGA), que ha liderado las gestiones para fortalecer la cadena productiva.
Además de su importancia económica, el aguacate es reconocido por sus aportes a la salud: contiene grasas buenas, fibra, potasio y vitaminas esenciales. Por ello, el Día Internacional del Aguacate también busca promover su consumo responsable y consciente.
En Guatemala, esta celebración es una oportunidad para resaltar un cultivo ancestral que, sin dejar de mirar sus raíces, se proyecta hacia el futuro como un emblema de sostenibilidad, seguridad alimentaria y crecimiento para miles de familias.