El cantautor catalán Joan Manuel Serrat (Poble Sec, Barcelona, 1943) ha vivido una vida larga, exitosa y también azarosa, vertebrada por la lealtad absoluta a sus convicciones e ideales: una existencia coherente y plena.
Recién retirado de los escenarios en diciembre de 2022 y laureado con el Premio Princesa de Asturias de las Artes —posiblemente el galardón más alto al que puede aspirar un artista que trabaja en español, sólo superado en prestigio por el Nobel de Literatura— Serrat es todo lo que uno esperaría de alguien que ha luchado contra viento, marea —y dictaduras— por la libertad, la vida y los derechos de prácticamente el mundo entero. Y, al mismo tiempo, es lo opuesto a lo que uno imaginaría de una estrella acostumbrada a llenar escenarios y auditorios a lo largo y ancho del planeta.
Pero ahí, en el salón de prensa del hotel donde se hospeda en Zona 10 de Ciudad de Guatemala, Serrat es, simplemente, Serrat: un hombre cálido y sencillo que pidió retirar el cómodo sillón que le habían preparado para la entrevista y, en su lugar, se sentó en una silla igual a la que ocupaban los demás periodistas, invitándolos sin reservas a acercarse para conversar en confianza. Un tipo afable que emana paz y habla con franqueza y claridad sobre cualquier tema, aunque confiesa con humor: «A veces hablo de lo que no sé, porque me preguntan también quienes ignoran que no sé de lo que estoy hablando».
Resistencia a la opresión, amor por la libertad
Serrat ama apasionadamente su idioma natal, el catalán, en el que ha compuesto abundante material. Esa lealtad a su lengua lo llevó a enfrentarse con la dictadura de Francisco Franco, siendo incluso vetado del Festival de Eurovisión de 1968, donde representaría a España, por insistir en cantar al menos una parte de su canción en su idioma materno. Finalmente, fue sustituido por la cantante Massiel, quien obtuvo el primer lugar.
Sin embargo, en conversación con el Ministerio de Cultura y Deportes de Guatemala, Serrat puntualiza: «El problema no lo tuve yo con el franquismo; el problema lo tuvo el franquismo con todas las culturas, con el catalán, el vasco, el gallego… Con cada una de las lenguas distintas al castellano y con cada una de las culturas distintas a la oficial. No se trataba sólo de lo que decíamos o de decirlo. El problema no viene de un festival de canción ni de una canción, sino del conflicto que tenía el dictador con la libertad». Y subraya: «Mi compromiso viene de mi conocimiento de la realidad y de la información que me llegó desde tiempos muy juveniles, incluso antes de que empezara a cantar».
Ese compromiso y coherencia con sus ideas le trajeron problemas más de una vez y lo obligaron a vivir en el exilio por temporadas en Latinoamérica. Esa experiencia reforzó su solidaridad y su convicción de luchar contra las dictaduras criminales. «Yo no podía seguir otro camino que el del compromiso. Nunca es fácil tomar partido, pero cuando uno lo hace conforme a su conciencia, el miedo se va reduciendo. Yo siempre he preferido pasar miedo a pasar vergüenza».
Buena literatura y buenas canciones
Serrat ha venido esta vez a Guatemala para participar en el festival Centroamérica Cuenta, y es inevitable preguntarle sobre su relación con la literatura, recordando su musicalización de los poemas de grandes escritores españoles como Antonio Machado —recientemente admitido de manera póstuma en la Real Academia Española, evento en el que Serrat cantó— o Miguel Hernández.
Pero, interrogado sobre si hizo esto para rescatar el legado de estos grandes, el catalán contesta con sencillez: «Yo lo que buscaba era hacer buenas canciones. Los textos de Machado y Hernández me conmovieron y pensé que eran hermosos para canciones que me hubiera gustado escribir, pero ya estaban ahí. Así que les puse música. Que el resultado fuera exitoso es maravilloso, pero mi objetivo era simplemente hacer buenas canciones».
Y sobre el oficio de escribirlas, Serrat tiene claro su método: «Con esfuerzo. No conozco otro. A ver, puede existir la inspiración, pero yo soy más partidario de clavar los codos en la mesa, pensar, darle vueltas y pelearme con el papel en blanco. No esperar que la providencia divina nos mande un rayo de inspiración y nos haga encontrar una frase hermosa de la cual tirar para escribir un excelente poema».
Opiniones sobre el pasado, el presente y el futuro
Sobre el período de gran libertad creativa vivido en España durante los años ochenta, conocido como “la Movida”, Serrat es contundente: «Yo no vengo de “la Movida”, vengo de otros porqués. Yo circunscribo la Movida a Madrid; vengo de la movida antifranquista, no de la posterior. Y lo digo con todo el cariño por lo que se construyó en su momento en Madrid, que se nutrió de gente de toda España».
Respecto a su retiro de los escenarios, dice: «Es una decisión. No hay decisión que no sea difícil, pero seguir habría sido todavía más difícil».
Sobre la modernidad y la inteligencia artificial, Serrat opina: «Me parece un contrasentido eso de Inteligencia Artificial. Yo hubiera preferido que siguiéramos trabajando en la inteligencia natural, que el cerebro humano se desarrolle en las mejores condiciones posibles y sea lo más amplio, lo más limpio, lo más tolerante».
Serrat se despide con la misma calidez que ha mostrado en toda la entrevista, antes de su charla Escribir para cantarlo en el marco del festival Centroamérica Cuenta. «Me siento muy orgulloso de los compañeros de evento con quienes nos vamos a ir encontrando esta semana; sus ideas y puntos de vista van a ser muy útiles para enriquecer el conocimiento, no sólo de Centroamérica, sino de la situación mundial en la que nos estamos moviendo y de la encrucijada que estamos atravesando».
Serrat es, sin duda, un faro de lucidez en estos tiempos convulsos.