Un homenaje a la región y su talento
Durante las presentaciones, que contaron con la participación de la ministra de Cultura y Deportes, Liwy Grazioso; el viceministro de Cultura, Rodrigo Carrillo; la viceministra de Patrimonio Cultural y Natural, Laura Cotí Lux, y autoridades locales, el programa ofreció un recorrido musical inspirado en las montañas, el clima frío y la diversidad cultural del occidente guatemalteco.
El maestro Marvin Ardany López, director de la OSROCC, explicó que piezas como Florecita de Retama evocaron la esencia de San Marcos, mientras que Migdalia Azucena, de Gumercindo Palacios, rindió homenaje a Huehuetenango. Las melodías de San Miguel Totonicapán y Luna de Xelajú completaron un viaje sonoro por el corazón del altiplano.
Virtuosismo en escena
El talento y la disciplina de los músicos se evidenciaron en la interpretación de obras de gran complejidad, como la Obertura Egmont, Op. 84 y la Sinfonía No. 5, Op. 67 de Ludwig van Beethoven. Cada ejecución recibió ovaciones del público, que respondió con entusiasmo al cierre de cada pieza.
Los escenarios que enmarcaron esta primera temporada fueron el Teatro Municipal de Totonicapán y la Gobernación Departamental de Quetzaltenango, ubicada en la histórica Casa Aparicio.
Voces desde el corazón del escenario
Para Luis Felipe Lec, percusionista de la OSROCC, cada presentación representa la culminación de años de esfuerzo y pasión:
“Cada vez que hago música siento que vivo. Los nervios siempre están, pero sabía que llegaría esta oportunidad”, expresó.
Por su parte, Viviana Salanic destacó el orgullo que siente por el talento de la región y la importancia de descentralizar el arte:
“Aunque la sede está en Totonicapán, era necesario que este proyecto llegara a Quetzaltenango y a más departamentos”, afirmó.
Próxima parada
Tras el éxito de sus primeras funciones, se estima que el próximo escenario de la OSROCC sea en Huehuetenango. La música sinfónica se expande por el occidente del país, hecho que consolida una nueva era para la cultura guatemalteca.
